Jorge abandona el bar pensando en que una vez más deja a sus amigos solos buscando su beneficio personal y se contesta a sí mismo que cualquiera de ls dos haría lo mismo en su situación, total somos hombres, así que olvida cualquier vocecilla interna que le impida hacer lo contrario y toma la mano de su compañera dirigiéndose a la salida.
Diego y Eduardo toman turnos para bailar con Angélica (se a eso se le puede llamar bailar), y pasan algunos minutos en los que la bebida entra a su organismo una y otra vez. Angélica ha perdido toda inhibición luego de tantas copas, la música poco a poco empieza a apagarse hasta que sin previo aviso la luz del lugar se encende y se da por concluida la fiesta por esa noche.
Los tres abandonan el lugar entre risotadas y tropiezos, dada su actual borrachera. Se suben al auto de Angélica quien demasiado borracha para protestar les da las llaves, Diego conduce, las luces de la ciudad pasan rápidamente mientras una sensación de mareo hace presa de sus sentidos, los recuerdos de esa parte son borrosos pero digamos que es un poco más de los mismo, besos, faje, caricias, ya saben...
Al llegar al edificio, Diego abre la puerta de su casa y Angélica más rápido que aprisa se mete al departamento, mientras Eduardo duda un instante que hacer, una pequeña parte de su organismo le dice que el vive arriba, mientras que la parte más grande de su organismo (funcionando... me refiero) le indica que espere un par de segundos a ver que ocurre; mientras que Diego tan mareado y exaltado, no al tanto por completo de la situación le pregunta: - Que onda?, Pasas?
- Claro, contesta Eduardo aunque su respuesta más bien parece un murmullo.
Encienden la luz por un momento, se sirven tres vasos de la primer bebida que encuentran "Tequila Centenario" por cierto.
Brindan y sin más preámbulos, los dos cuates empiezan a besar a Angélica, quien opone cierta resistencia en un principio, pues la idea de los dos al mismo tiempo le parece un poco extrema, las ropas empiezan a car y a pesar del Topless show, Diego se encuentra en u estado de embrutecimiento extremo debido a la alta dosis de alcohol que cae en la cama y se queda dormido. Así que sin proponerselo Eduardo le retira suavemente la ropa interior y terminan haciéndolo en el piso de una forma tan intensa y sin inhibiciones (una y otra vez) que les produce a ambos una satisfacción plena (incluso hay unas cuantas fotos, que por obvias razones no publicaré), los tres duermen y pasan los minutos, al cabo de un rato que no pueden precisar si fueron segundos, minutos u horas; Eduardo despierta debido al llamado de la naturaleza (necesito explicar que a los hombres nos dan ganas de orinar después de una buena sesión de sexo).
Medita un poco la situación, no sin antes tomar unas fotos del sensual tatuaje de Angélica en la cadera, para el recuerdo ya saben. Se viste y abandona sigilosamente el departamento sube las escaleras con una sonrisa en el rostro, se acuesta y piensa "Me iré al infierno algún dá por esto, pero que diablos solo se vive una vez". Continuará...
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