Hay personas adictas a la adrenalina; hay quienes deciden hacer base jumping, nadar en mar abierto, conducir un velero solos por la noche, hacer windsurf, experimentar con drogas, cometer fraudes bancarios o simplemente enfrascarse en relaciones peligrosas. Pero aquí les va una historia real que resultó bastante emocionante.
Melissa y Alex eran buenos amigos, se conocieron en la Universidad pero en poco tiempo entablaron una relación de confianza, amistad, de esas relaciones por demás agradables, en la que uno cree que existe un algo especial que la hace diferente a cualquier otra. Aunque cada uno de ellos contaba con una pareja en ese momento, digamos que el vínculo era cada día más fuerte, charlaban por horas sin tema en específico, se contaban sus problemas y anécdotas, compartían el día a día, aún cuando los horarios en ocasiones no se los permitían.
Una noche mientras estaban estudiando en casa de una amiga en común, tal vez fue la presión por el examen al día siguiente, tal vez el destino, o tal vez la impulsividad propia de la juventud; se aproximaron uno al otro, hablaron de tonterías respecto a la escuela, la risa entre ellos fluía al igual que la conversación y sin darse cuenta sus rostros se acercaron despacio mientras el silencio nocturno se vió interrumpido tan solo por el ritmo acelerado de cada uno de sus latidos. Se besaron, un beso largo, despacio, tranquilo pero a la vez inquietante. La confusión hizo presa en cada uno de ellos, pero trataron de continuar con el grupo de la forma tan acostumbrada; concluyeron con la velada académica y ninguno de los dos habló con nadie sobre lo acontecido.
Al día siguiente la rutina se volvió incómoda y mientras Alex se encontraba un tanto emocionado por lo ocurrido (aunque también un tanto culpable), Melissa se debatía entre el llamarle o dejar que pasaran los días. Al fin Alex se decidió llamar sonando tan casual como siempre e inventando una excusa estúpida para verla. Se encontraron en el estacionamiento de un centro comercial para comprar (inserte aquí cualquier objeto sin importancia pero que sirvió de pretexto para el encuentro). Charlaron unos cuantos minutos sobre lo usual, hicieron su compra y salieron del lugar.
El destino, medio ambiente o la fuera sobrenatural que rige el universo nuevamente haría su aparición, provocando una lluvia tormentosa (en la que parece que el cielo se cae a pedazos), por lo que ante tal fenómeno natural los dos se metieron al auto. Eran como las 7 de la tarde, el ensordecedor ruido de la lluvia al caer sobre el metal, la humedad que la acompañaba y el verse salpicados por la lluvia creó la atmósfera perfecta para acercarse uno al otro, como era de esperarse se besaron nuevamente. La lluvia no cesaba y el abrazo fraternal hizo que los vidrios adquirieran ese empañamiento tan útil (bajo las circunstancias en que se encontraban).
No relataré con lujo de detalles lo que sucedió después (aunque supongo que lo imaginan), simplemente digamos que un par de jóvenes encerrados en un espacio pequeño, con cierta atracción y empatía el uno por el otro creó la atmósfera adecuada para que la lujuria hiciera lo suyo.
La sensación de poder ser descubiertos hizo que en más de una ocasión intentaran detenerse, sin embargo, era justamente eso lo que hacía que el encuentro fuera más emocionante. Tener relaciones sexuales en un auto no es sencillo (cada quien puede dar su opinión al respecto), pero de que es divertido y excitante nadie lo duda.
Al terminar, la lluvia ya había cedido, la obscuridad los acompañaba, por lo que se despidieron con una sonrisa de travesura en ambos, la cual contó con algunos encuentros más, pero ninguno con la emoción del relatado aquí.
La vida de los personajes en esta historia no fue compartida, a lo largo del tiempo diversas situaciones hicieron que tomaran caminos separados. Muchos años después recordarían este mismo encuentro durante una tarde lluviosa, como la de aquel julio...
Por respeto, la identidad de nuestros protagonistas y algunos detalles han sido modificados. ¿Ustedes tienen alguna historia similar?
miércoles, 28 de abril de 2010
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3 comentarios:
En alguna borrachera tuvimos sexo con José Luis, era uno de mis mejores amigos del tec. después de eso me sentia de lo más sucia (fue la 1ra vez que tuve un encuentro casual-sexual) tardamos algun tiempo en asimilarlo, pero una vez hecho lo dejamos en el pasado y aun en la actualidad seguimos siendo grandes amigos, la unica vez que lo platicamos llegamos a la conclusión que ese hecho nos hizo aun más unidos.
Aunque nosotros jamás lo volveriamos hacer.
Como dices, tener sexo en un coche, es una de las cosas mas incómodas que uno puede hacer... peeeeero es una de las cosas mas chidas que hay, la sensación de que alguien puede cacharte, o que el coche se mueva mucho es algo muy chido.
Jejejej como dices algunos detalles han sido modificados, me pregunto de quien hablara la historia?
Y que habrán comprado en la tienda?
Saludos
en la tienda... seguro unos condones..jaja
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